La Relajación Profunda
Soltando el cuerpo para curarse
Practicando la Relajación Profunda
La práctica de relajación está diseñada no solo para aquellos interesados en la atención plena o el budismo, sino para cualquier persona que necesite aliviar el estrés. Trabajando con la capacidad innata del cuerpo para curarse a sí mismo, estos ejercicios llevarán al oyente/lector a experimentar niveles cada vez más profundos de relajación que pueden activar las habilidades curativas naturales del cuerpo.
La siguiente práctica es un ejemplo de cómo guiar una relajación profunda.
Es muy importante permitirle a tu cuerpo descansar. Cuando tu cuerpo está a gusto y relajado, tu mente también estará en paz. La práctica de la relajación profunda es esencial para sanar el cuerpo y la mente. Por favor, tómate tiempo para practicarla a menudo.
La siguiente relajación guiada dura 30 minutos, pero siéntete libre de adaptarla a tu situación personal. Utiliza el tiempo que tengas. Practica de cinco a diez minutos por la mañana, o bien antes de ir a la cama, o resérvate un rato en un día ajetreado. Notarás cómo tu cuerpo y mente se relajarán. También puedes alargar el tiempo de la relajación y hacerla más profunda. Lo más importante es disfrutarlo.
Estírate cómodamente boca arriba en el suelo o en la cama. Cierra los ojos. Permite que tus brazos se relajen junto al cuerpo y relaja las piernas dejándolas girar un poco hacia fuera. Inspirando y espirando con consciencia, toma consciencia de todo el cuerpo tumbado en el suelo o en la cama. Conecta con todas las partes de tu cuerpo que están en contacto con la superficie donde estás estirado: los talones, la parte posterior de las piernas, las nalgas, la espalda, el dorso de las manos, los brazos, la parte posterior de tu cabeza. Percibe que con cada espiración te hundes más en el suelo, soltando tensiones, soltando preocupaciones, sin aferrarte a nada. Cuando inspiras, percibe que tu abdomen sube suavemente, al espirar, el abdomen baja. Toma unas cuantas respiraciones observando cómo sube y baja el abdomen.
Cuando inspiras, toma consciencia de tus dos pies. Cuando espiras, permite que los pies se relajen. Inspirando, envía tu amor a tus pies; espirando, sonríe a tus pies. Inspirando y espirando te das cuenta de qué maravilloso es tener dos pies que te permiten caminar, correr, hacer deporte, bailar y hacer tantas actividades durante el día. Envía tu gratitud a los pies por estar siempre ahí cuando los necesitas.
Inspirando, toma consciencia de tu pierna derecha e izquierda. Espirando, permite que las células de las piernas se relajen.
Inspirando sonríe a tus piernas, espirando, envíales tu amor. Aprecia la salud y fuerza en las piernas. Inspirando y espirando les envías ternura y les permites descansar. Suelta cualquier tensión en las piernas.
Inspirando, toma consciencia de tus manos apoyadas en el suelo. Espirando relaja completamente todos los músculos de las dos manos, soltando cualquier tensión que tengan. Cuando inspiras, aprecias qué maravilloso es tener dos manos. Cuando espiras, envíales tu amor sonriéndoles. Inspirando y espirando, eres consciente de todas las cosas que tus dos manos te facilitan: cocinar, escribir, conducir, tomar la mano de otro ser querido, abrazar un bebé, lavar tu propio cuerpo, tocar un instrumento, acariciar un animal, reparar cosas, tomar una taza de té... tantas cosas puedes hacer con tus manos...Agradece que tengas dos manos y permite que todas las células en las manos se relajen.
Inspirando, toma consciencia de tus brazos. Espirando, deja que los brazos se relajen por completo. Cuando inspires, envía amor a tus brazos, cuando espires, envíales tu sonrisa. Tómate un momento para conectar con la fuerza y salud en los brazos. Envíales tu gratitud por poder abrazar, poder columpiarte, poder servir y ayudar a los demás, poder trabajar , limpiar la casa, cortar el césped, poder hacer tantas cosas durante el día. Inspirando y espirando dejas que los brazos se relajen por completo en el suelo. Percibe cómo la tensión se disuelve y abrázalos con tu plena consciencia, sintiendo alegría en cada célula de tus brazos.
Inspirando, toma consciencia de tus hombros. Espirando, entrega la tensión en los hombros al suelo. Cuando inspiras, envías amor a tus hombros, cuando espiras, les sonríes con gratitud. Inspirando y espirando te das cuenta que has permitido que se acumule mucha tensión y estrés en los hombros. Con cada exhalación disuelves esta tensión poco a poco y puedes relajarlos profundamente. Envíales tu ternura, y toma conciencia de que quieres vivir una vida más relajada, no cargándote tanta carga a tus hombros.
Inspirando, toma consciencia de tu corazón. Espirando, permite que el corazón se relaje. Envía amor a tu corazón con tu inspiración. Envía una sonrisa al corazón con tu espiración. Inspirando y espirando cada vez con más consciencia. Conecta con la maravilla del corazón latiendo en tu pecho. Tu corazón está latiendo siempre, está a tu servicio cada segundo de tu vida, nunca hace una pausa. Empezó a latir cuando eras un feto de cuatro semanas en la matriz de tu madre. Es un órgano maravilloso que te permite hacer todo lo que haces durante todo el día. Inspira y date cuenta de que tu corazón también te ama. Espira y comprométete a llevar una vida saludable para que el corazón funcione bien. Con cada espiración tu corazón se relaja más y más. Cada célula del corazón te sonríe con alegría
Inspirando, toma consciencia de tu estómago e intestinos. Espirando, el estómago e intestinos se relajan. Inspirando, les envías amor y gratitud. Espirando, les sonríes tiernamente. Eres consciente de lo importante que son estos órganos para tu salud. Dales una oportunidad de que se relajen profundamente. Cada día digieren y asimilan la comida que comes, dándote energía y fuerza. Ellos te necesitan para reconocerlos y apreciarlos. Cuando inspiras, sientes que el estómago y los intestinos se relajan y sueltan toda la tensión. Cuando respiras, reconoces la suerte de tener un estómago e intestinos sanos.
Inspirando, toma consciencia de tus ojos. Espirando, permite que los ojos y los nervios ópticos se relajen. Inspirando, sonríes a tus ojos; Espirando, les envías tu amor. Permite que los ojos se hundan hacia el interior del cráneo relajando las cuencas de tus ojos. Inspirando y espirando te das cuenta de la maravilla que es tener ojos para mirar el mundo. Puedes mirar a los ojos de otros seres queridos, contemplar una puesta de sol esplendida, leer y escribir, observar un pájaro volando en el cielo azul, disfrutar del mar de colores de la naturaleza. Hay tantas cosas que tu vista hace posible... Tómate el tiempo necesario para apreciar este regalo de la vista, y permite que los ojos se relajen profundamente. Puedes levantar las cejas suavemente para ayudarte a soltar la tensión que se haya acumulado alrededor de los ojos.
De esta misma manera, puedes relajar otras áreas de tu cuerpo usando el mismo patrón anterior.
Ahora, si hay un sitio en tu cuerpo que está sufriendo o un sitio que necesita sanar, aprovecha este momento de paz y relajación, para percibirlo y enviarle tu amor. Inspira, y permite que este órgano o área de tu cuerpo se relaje; espira y sonríele con gran ternura y amor. Toma consciencia de las otras partes de tu cuerpo que están fuertes y saludables. Deja que las partes fuertes del cuerpo envíen su energía a las partes débiles. Siente el apoyo, la energía y el amor del resto de tu cuerpo penetrando en las células enfermas, sanando y calmándolas. Inspira y afirma tu propia capacidad de sanación; espira y suelta el miedo y preocupación que pueda retener tu cuerpo. Inspirando y espirando, sonríe con amor y confianza a esta parte del cuerpo que necesita sanar.
Finalmente, inspira y date cuenta de todo el cuerpo estirado en el suelo. Espira y disfruta de la sensación de relajación y quietud de todo tu cuerpo estirado en el suelo. Sonríe al cuerpo entero con la inspiración, y envíale tu amor y compasión con la espiración. Cuando inspiras, siente todas las células del cuerpo sonriéndote alegremente. Siente una gran gratitud surgiendo de tu interior hacia todo tu cuerpo. Vuelve a tu respiración, a tu abdomen subiendo y bajando.
Para finalizar, estira lentamente el cuerpo y abre los ojos. Tómate el tiempo que necesites para levantarte. Practica para llevar a tu próxima actividad esta quietud y consciencia que has generado y, poco a poco, a todas tus actividades diarias.
(Si guías una relajación para otras personas, puedes cantarles canciones de cuna o canciones que relajan.)
MEDITACIÓN
La meditación no es sentarse pasivamente en silencio. Es sentarse en la conciencia, libre de distracciones, y darse cuenta de la clara comprensión que surge de la concentración